En mi caminar con el Señor de los últimos años, he visto una perspectiva de la fe que antes no conocía o ignoraba voluntariamente, y es la de que mi fe es una necesidad y que debe ser fortalecida. Por muchos años pensé que las adversidades no formaban parte de la vida de un hijo de Dios, deliberadamente evitaba aceptar que así era, se me enseñó a que si algo no andaba bien, automáticamente era porque yo estaba fallando, pensaba que una fe madura y fuerte era como una barrera impenetrable para las dificultades, pero gracias a Papá he abierto los ojos; lo que necesitaba era ver las cosas desde la perspectiva de Dios, no la del hombre. La escritura dice que son necesarias las adversidades porque ellas ponen a prueba nuestra fe, la va refinando como el oro, el objetivo es que nuestra cuenta celestial siga creciendo y Papá siga sonriendo al ver mi actitud, pero nos resistimos a verlo así, no se trata de desear que hoy tengamos más adversidades que ayer para que el músculo de la fe se fortalezca, se trata de que si me toca enfrentar hoy alguna, hacerlo con la estrategía ganadora, confiando en que Papá está conmigo en el proceso y este no me destruirá, me hará crecer, nuestro íntimo enemigo a vencer, son las emociones (inevitables) y sentimientos. Nuestra fe para el Padre, es más valiosa que el oro más preciado y como él, debe ser refinada. Muchas bendiciones pastor, todo estará bien, Jesús está en su barca.
En mi caminar con el Señor de los últimos años, he visto una perspectiva de la fe que antes no conocía o ignoraba voluntariamente, y es la de que mi fe es una necesidad y que debe ser fortalecida. Por muchos años pensé que las adversidades no formaban parte de la vida de un hijo de Dios, deliberadamente evitaba aceptar que así era, se me enseñó a que si algo no andaba bien, automáticamente era porque yo estaba fallando, pensaba que una fe madura y fuerte era como una barrera impenetrable para las dificultades, pero gracias a Papá he abierto los ojos; lo que necesitaba era ver las cosas desde la perspectiva de Dios, no la del hombre. La escritura dice que son necesarias las adversidades porque ellas ponen a prueba nuestra fe, la va refinando como el oro, el objetivo es que nuestra cuenta celestial siga creciendo y Papá siga sonriendo al ver mi actitud, pero nos resistimos a verlo así, no se trata de desear que hoy tengamos más adversidades que ayer para que el músculo de la fe se fortalezca, se trata de que si me toca enfrentar hoy alguna, hacerlo con la estrategía ganadora, confiando en que Papá está conmigo en el proceso y este no me destruirá, me hará crecer, nuestro íntimo enemigo a vencer, son las emociones (inevitables) y sentimientos. Nuestra fe para el Padre, es más valiosa que el oro más preciado y como él, debe ser refinada. Muchas bendiciones pastor, todo estará bien, Jesús está en su barca.