#09 La Nube Se Mueve, El Barco Se Hunde
Cuando aferrarse al pasado puede costarnos el futuro
"Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto y ríos en lugares desolados."
— Isaías 43:18-19
Lo he dicho antes y lo repito: soy un apasionado del Éxodo. La historia del pueblo de Israel en su travesía por el desierto me fascina porque es una metáfora perfecta del camino de fe que todos, en algún momento, emprendemos. Salimos de lo conocido, de lo cómodo, sin mapas, sin garantías, solo con un sueño ardiente en el corazón y la certeza de que Dios tiene un plan.
Pero si algo aprendí del Éxodo —y de los éxodos personales, emocionales y espirituales— es que hay una regla fundamental: No acumules.
Viajar Ligero o No Viajar
En los días del desierto, no había tiempo para cargar más de lo necesario. La nube que guiaba a Israel se movía de repente, y cuando eso pasaba, había que recoger todo y avanzar. No importaba si estaban cómodos, si habían encontrado un buen lugar o si todavía había maná en el suelo. Si la nube se movía, ellos también.
Acumular cosas solo los volvía más lentos y torpes. La regla era clara: mientras más guardes, más pesado se vuelve el viaje. Tanto así que Dios ni siquiera les permitía guardar pan del cielo para el día siguiente, porque se descomponía.
Pero hoy no es tan diferente. Vivimos en una cultura obsesionada con acumular. Guardamos cosas en casa que ya no usamos, recuerdos que ocupan espacio en el corazón, relaciones que caducaron hace tiempo, logros pasados que nos negamos a soltar. Pero lo más peligroso es que acumulamos glorias pasadas, y estas, más que cualquier otra cosa, nos impiden avanzar.
El Barrio de las Glorias Perdidas
En una ciudad donde viví por muchos años, había un barrio que era un monumento a lo que fue y ya no es. Mansiones que en su tiempo fueron símbolo de riqueza, ahora en ruinas. Autos de lujo, estacionados frente a casas caídas a pedazos.
Cuando preguntas, la historia es siempre la misma: hubo una crisis, pero la gente se aferró a lo que tenía en lugar de reinventarse. Como los músicos del Titanic, prefirieron hundirse con el barco antes que aceptar que la historia había cambiado. No vendieron, no reconstruyeron, no avanzaron. Se quedaron con lo que una vez fue gloria, hasta que todo se convirtió en ruinas.
Y así pasa con nosotros. Nos aferramos a trabajos que ya no nos llenan, a relaciones que hace rato se murieron, a éxitos que ya no significan nada. Preferimos quedarnos con las cenizas de lo que un día fue fuego, en vez de buscar un nuevo lugar donde Dios esté obrando.
Cuando la Nube Se Mueve
El pueblo de Israel no tenía opción. Si la nube se movía, tenían que seguirla. No importaba si acababan de ver un milagro increíble, si habían bebido agua de la roca o si esa misma noche Dios había hecho llover maná. Lo de ayer no era suficiente. Había un nuevo destino al que llegar, y la presencia de Dios marcaba el ritmo.
Lo mismo sucede hoy. Dios sigue moviéndose. Sigue llamando, sigue abriendo caminos, sigue mostrando nuevas oportunidades. Pero si te quedas aferrado al pasado, te quedas atrás.
Y eso nos deja con una pregunta crucial.
¿Qué pasa si me quedo?
Si Israel no avanzaba, eventualmente la nube quedaría tan lejos que la sombra ya no los cubriría. El sol del desierto haría lo suyo: secarlos y desgastarlos. Además, fuera del campamento, quedaban vulnerables a bandidos y peligros.
¿Significa que morirían? Probablemente no. Pero vivirían en condiciones mucho más duras. Y eso es exactamente lo que pasa cuando Dios nos llama a avanzar y nos aferramos a lo viejo. No siempre morimos, pero sí nos desgastamos, y la vida se vuelve mucho más difícil de lo que debería ser.
Glorias Pasadas o Nuevas Oportunidades
La historia se repite una y otra vez. Hay quienes, como los romanos, terminan convertidos en ruinas que la gente visita y fotografía, pero que ya no tienen vida. Hay quienes, como en el Titanic, prefieren quedarse en un barco que se está hundiendo, simplemente porque fue grandioso en su momento.
Pero hay otra opción.
Podemos mirar hacia adelante. Podemos soltar lo que pesa. Podemos decidir que nuestra mejor temporada no está en el pasado, sino en lo que Dios tiene preparado más adelante.
La nube se está moviendo.
El Titanic se está hundiendo.
¿Avanzamos o nos hundimos?
Simon.
No hay otra opción si no avanzar
Avanzamos!