"El agricultor que espera el clima perfecto nunca siembra; si contempla cada nube, nunca cosecha."
— Eclesiastés 11:4
La angustia de esperar
Esta semana pasé horas en una sala de espera. Llegué antes de las 8 AM para una reunión importante y, antes siquiera de entrar a la sala de espera, tuve que aguantar más de una hora afuera, con un frío que rozaba los cero grados. Mientras el tiempo pasaba, me di cuenta de algo: lo más frustrante de esperar no era el frío, ni el aburrimiento, ni siquiera la impaciencia.
Lo que realmente me desesperaba era sentir que llamaban a todos los demás antes que a mi, es como si alguien se hubiese olvidado de que siquiera existo. ¿Sabes de qué hablo?
Cada nombre que mencionaban me hacía preguntarme: ¿cuándo me toca a mí? Y justo ahí, recordé un sueño que un amigo me compartió hace varios años, mientras vivía en L.A.
En su sueño, estábamos en una sala de espera y él me decía:
— No te desesperes, tú tienes el número dos. Ya casi te toca. A mí todavía me falta porque tengo el número 20.
Mientras hablábamos, una puerta se abrió y alguien mencionó mi nombre.
Cuando él me contó ese sueño, lo primero que pensé fue: ¿y el número uno? Si yo era el número dos, ¿quién tenía el número uno?
Con el tiempo creo que entendí la respuesta: Dios ya había pasado primero.
Él siempre va adelante. Abre el camino antes de que nosotros demos el paso.
La pregunta correcta entonces no es si Dios está listo para hacer algo conmigo. La pregunta es si lo estamos nosotros.
Dios ya se movió. Y si El ya hizo su movida, ¿qué sentido tiene seguir esperando?
Nada paraliza más que esperar la certeza absoluta
Jesús habló sobre el costo de seguirlo con la analogía de construir una torre:
"No comiences sin calcular el costo. Pues, ¿quién comenzaría a construir un edificio sin primero calcular el costo para ver si hay suficiente dinero para terminarlo?" — Lucas 14:28 (NTV)
Por muchos años yo pensé que en este texto Jesús estaba promoviendo la planificación. Pero al leer el contexto, me di cuenta de que no hablaba de quedarnos atrapados sobreanalizando las cosas. Hablaba de entender el desafío de creerle, y teniendo eso claro entonces AVANZAR.
Porque lo dijo justo después de desafiar a sus discípulos a tomar su cruz y seguirlo.
Nada nos mantiene más inmóviles que la búsqueda de garantías absolutas.
Si esperamos hasta que todo encaje perfectamente, es probable que terminemos atrapados entre el miedo y la inacción.
Dios ya se movió. Ahora nos toca a nosotros.
Cuando la primera batalla es la esterilidad
Pensaba en lo del costo de seguirlo porque cuando Dios nos da una promesa, muchas veces lo primero que encontramos no es fruto, sino resistencia.
Abraham recibió la promesa de que su descendencia sería una gran nación, pero su esposa Sara era estéril. Luego, su hijo Isaac enfrentó el mismo problema con Rebeca. Y cuando llegó el turno de Jacob, la mujer que él más amaba, Raquel, también era estéril.
Tres generaciones, el mismo obstáculo.
¿Coincidencia? No lo creo.
Aquí hay un patrón que necesitamos ver: la primera parada antes del cumplimiento de una promesa no es la abundancia, sino la esterilidad.
Y ahora la pregunta clave:
¿Y si la esterilidad no es una señal de que Dios no está obrando, sino de que está a punto de manifestarse lo que ya está haciendo?
Vivimos en una época donde el éxito y el respaldo de Dios parece definirse por números: cuántos seguidores tienes, cuántas oportunidades consigues, qué tan visible eres.
Pero en el Reino de Dios, la verdadera prueba de fe no es el éxito inmediato, sino la perseverancia.
Eso me ha hecho mirar constantemente las áreas de mi vida donde más encuentro resistencia, escasez o esterilidad.
Y entendí que la mayor batalla está en mi mente. Porque lo que creemos que es nuestra mayor debilidad, puede ser exactamente el lugar donde Dios está a punto de hacer algo inigualable
La trampa de la aprobación
Hace unos días, un comediante de mi país con una carrera consolidada decidió presentarse en uno de los festivales más importantes de Latinoamérica. El, llena estadios casi donde quiera que va, pero esta vez, se enfrentó a un público considerado muy hostil.
Treinta segundos después de salir al escenario, empezaron los abucheos. No pudo ni terminar su rutina.
No fue falta de talento. No fue porque no supiera hacer su trabajo. Simplemente, ese público no estaba con él.
Muchos están debatiendo si el público fue injusto o si él debió haberlo previsto. Pero mi pregunta es otra: ¿por qué quiso pararse allí en primer lugar?
Con su nivel de éxito, no necesitaba demostrarle nada a nadie.
Y sin embargo, lo hizo.
Porque el problema no es si queremos o no hacer lo que Dios nos llamó a hacer.
El problema es que, muchas veces, necesitamos el aplauso incluso de aquellos que abiertamente se nos oponen antes de atrevernos a actuar.
Medimos nuestro éxito en función de la aprobación externa. Y en la era de la cancelación eso es un peligro, porque cuando esa aprobación no llega, sentimos que hemos fracasado.
Pero la verdad es esta:
El que vive por la validación de otros, morirá por su rechazo.
¿A quién estamos tratando de complacer?
Dios no nos llamó a esperar la ovación de la gente. Nos llamó a caminar en fe, con o sin aplausos. Y para serte honesto, es muy posible que te enfrentes más veces a entornos donde no hay aplausos. Y eso también está bien.
No dejes de avanzar
Hoy tenemos dos opciones:
✅ Seguir esperando que todo se alinee perfectamente.
✅ Movernos en fe, sabiendo que Dios ya nos dio la luz verde.
Lo que está al otro lado de nuestra obediencia es mucho mayor que cualquier sacrificio que implique avanzar.
Y dime:
👉 ¿Cuál ha sido el mayor obstáculo que has enfrentado antes de dar un paso de fe? Cuéntamelo en los comentarios o en redes. Me encantaría leerte.
En Dios haremos proezas,
Simón
Muchas gracias simón, llevo aproximadamente 1 mes leyendo tus historias y reflexiones y de verdad que han sido de gran valor y aprendizaje para mi vida, con todo esto he aprendido que cualquiera que sea la situación que estemos pasando la única salida es avanzar no hay otro camino si no avanzar, ya Dios lo hizo ahora nosntoca a nosotros... la verdad mi mayor obstáculo en estos últimos 2 años con mi emprendiendo a sido Los recursos económicos, le pido a Dios que me abra puertas qué me guíe pero cada día llegan grandes desafíos y rectos dinde se nesecita muchos recursos económicos y la verdad esto me ha desgastado mucho me ha robado la paz y la tranquilidad, por que solo he visto esterilidad no je podido ver la cosecha ni l abundancia solo esterilidad le ruego a Dios que después de este tiempo de esterilidad por fin pueda recibir su promesa cumplida de abundancia y paz , saludos Simon sigue escribiendo para darnos aliento a los qie nesecitamos de estas palabras de fortaleza y ánimo 💪🏻
Muchísimas gracias Simon. Excelente reflexión, audaz y motivadora. Sigue adelante por favor 🙏