#19 SILENCIO (sábado de gloria)
El cielo parece estar callado, pero algo glorioso esta sucediendo.
Ayer, todo pareció colapsar.
Hoy, el mundo sigue girando… pero se siente un peso adicional. Un peso que no se ve.
El cielo se oscureció y la tierra tembló. La cruz fue testigo del dolor, pero también de la palabra más poderosa jamás pronunciada:
Consumado es. Todo fue pagado. Todo ha sido hecho. Tetelestai.
Sin embargo, ya es sábado.
Hoy no hay gritos. No hay milagros. No hay predicaciones.
Solo silencio.
El día que pareció que todo terminó
Imagínalo por un momento.
El cuerpo de Jesús está en una tumba sellada. Sus seguidores están dispersos, escondidos, en shock.
Pedro está avergonzado. Juan, confundido. Tomás, paralizado por la duda. María, quebrada.
Y todos… en silencio.
El viernes hubo cruz. El domingo traerá gloria.
Pero el sábado… el sábado solo hay preguntas.
Es el día entre la promesa y su cumplimiento. El día donde parece que Dios está callado.
Donde la fe se enfrenta con el eco de la duda. Donde parece que el cielo guarda silencio, pero el infierno no deja de gritar.
Y sin embargo, es justo en ese día cuando algo invisible se está gestando.
Lo que no se ve también está pasando
Cuando era un adolescente encontré un par de libros de Frank Peretti que me marcaron profundamente.
Me ayudaron a imaginar todo lo que sucedía en el mundo espiritual más allá de lo que mis ojos podían ver y a entender que la vida espiritual tiene una dimensión de batalla silenciosa y real.
Frank Peretti, en su novela Esta patente oscuridad, retrata con maestría ese conflicto entre lo visible y lo invisible.
Mientras en la tierra parece que nada ocurre, en el mundo espiritual hay un movimiento frenético, una batalla que está a punto de revelarse.
Sábado es eso: el umbral entre la aparente derrota y la victoria inevitable.
El espacio entre la palabra dada y su cumplimiento visible.
Pablo también lo dijo así:
“No ponemos nuestra mirada en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, porque lo que se ve es temporal; lo que no se ve es eterno.” (2 Cor 4:18)
El profeta Isaías lo expresó de esta manera:
“Tu mano, SEÑOR, está alzada, pero ellos no la ven.” (Is 26:11)
Y también:
“He aquí yo hago cosa nueva; pronto saldrá a la luz. ¿No la conocerán?” (Is 43:19)
He aprendido que es así:
Cuando no veo nada, Dios está preparando algo.
El cielo estaba en movimiento
Mientras el cuerpo de Jesús reposaba en la tumba, el infierno se estremecía.
El cielo estaba en silencio, pero no estaba quieto.
Porque aunque los ojos humanos no podían verlo, el Reino espiritual estaba ejecutando un plan eterno.
Como cuando Eliseo oró por su siervo y dijo:
“SEÑOR, abre sus ojos para que vea.”
Y entonces el joven vio que los montes estaban llenos de caballos y carros de fuego.
Sábado es ese momento justo antes de que nuestros ojos espirituales se abran.
Cuando parece que Dios está en silencio
Hace poco me encontré con un par de preguntas en una de mis lecturas que me dejaron pensando mucho en un día como hoy:
¿Qué haces cuando el milagro que esperabas no llega en el tiempo que imaginaste?
¿Cómo te sostienes cuando parece que Dios está callado?
Lo cierto es que el silencio no es ausencia. El silencio de Dios no es abandono.
A veces es estrategia. A veces es protección. A veces es preparación.
A veces es simplemente un acto de amor. (Sofonías 3:17)
En ese silencio aprendemos a confiar.
A rendir nuestras expectativas.
A escuchar lo que no se escucha con los oídos, sino con el corazón.
Pero mientras el mundo invisible se mueve, el visible nos obliga a detenernos…
y ahí viene el verdadero reto.
El descanso que incomoda
No es coincidencia que todo esto haya ocurrido en sábado.
Para los judíos, el sábado es el Shabat, el día de reposo.
El día en que se deja de hacer, de correr, de producir.
El día donde se recuerda que Dios sigue siendo Dios, incluso cuando tú no haces nada.
Pero, ¿cómo se descansa cuando el alma está inquieta?
¿Cómo confiar cuando el cielo está en silencio y no hay señales de que algo esté por suceder?
Ese sábado, los discípulos no podían hacer nada. Era ilegal salir, movilizarse, intervenir.
Solo quedaba esperar.
Y a veces lo más espiritual que podemos hacer… es no hacer nada.
Es rendirse.
Es dejar que Dios obre en su tiempo y a su manera.
Es reconocer que no todo depende de ti.
Nuestra lucha es contra ese impulso interno que dice:
“Tienes que hacer algo. Muévete. Resuélvelo.”
Pero el Reino no solo avanza en medio de milagros.
También se manifiesta en medio del descanso.
A veces, fe es quedarse quieto cuando todo en ti quiere correr.
El Reino crece también en el silencio.
Porque descansar en Dios no es pasividad: es una forma radical de confianza.
En un mundo donde todo urge resultados inmediatos, el Reino de Dios avanza con el ritmo de la eternidad:
firme, profundo y a menudo… en silencio.
Entre la cruz y la tumba vacía
Hoy es Sábado de Gloria.
Porque este sábado, aunque envuelto en silencio, está cargado de gloria que aún no se ha revelado.
Es el día del silencio que prepara la resurrección.
Puede que también tú estés entre promesa y cumplimiento.
Entre la declaración y la manifestación.
Entre el dolor del viernes y el milagro del domingo.
Pero escucha esto:
Aunque el cielo esté en silencio, el infierno ya sabe lo que viene.
Y si escuchas con el corazón, tal vez puedas percibirlo también:
Ese murmullo suave.
Esa revolución silenciosa.
Ese susurro del Reino.
C.S. Lewis lo expresó así:
“Dios susurra en nuestros placeres, habla en nuestra conciencia, pero grita en nuestro dolor. El sufrimiento es su megáfono para despertar a un mundo sordo.”
Lo imperceptible está obrando.
El Reino avanza sin hacer ruido.
No es que nada esté pasando. Es que todo está a punto de manifestarse.
¿Y si nuestro sábado no es el final, sino el preámbulo de lo que Dios está a punto de mostrar?
Me gusta demasiado cómo lo llama nuestra cultura: Sábado de Gloria.
No es sábado de angustia, ni sábado de derrota.
Es sábado de gloria.
Porque aunque no lo parezca, algo glorioso está ocurriendo.
Y el silencio… también habla.
Puede que para muchos de nosotros este sábado no sea un día, sino una temporada.
Quizás semanas. O meses. O años.
Pero escucha: todo está en silencio.
El cielo puede parecer callado… pero créeme: algo glorioso ya está sucediendo.
Y eso es suficiente para esperar en paz.
Porque en Dios haremos proezas,
SIMÓN
Nota: este articulo es el segundo de una colección de tres artículos escritos para el fin de semana de Easter (Semana Santa). El primero es el #18 Totalmente Pago y puedes leerlo Aquí